Ariel Ferrari, un cuartetero en estado puro, nació en la localidad de Pilar, en Enero de 1948. En su pueblo, y al cabo de toda la región, por la década de los sesenta cobraron vida distintas orquesta que animaban bailes familiares en los distintos clubes de la zona. Aldo Cravero y sus Tropicanos, Victoriano Puglíe y su Conjunto. Pedro Pombe y su Bohemios, fueron algunas de las agrupaciones de aquel momento y esas dos últimas las que le permitieron a un Ferrari muy jovencito, asumir un repertorio de estilo variado y amasar su sueño de artista popular. Con esa impronta se estableció a los 15 en la ciiudad de Córdoba, buscando trabajo en las innumerables orquesta que ofrecían shows en vivo en bares y salones de la capital. La escena cordobesa estaba repleta de conjuntos que interpretaban desde el tango hasta el fox trot, comenzando en esa época a plasmarse un estilo que aglutinaba el pasodoble, la ranchera, el vals, en formaciones de cuatro instrumentos y un cantante. De todas ellas el Cuarteto Leo es el que estaba tomando mayor difusión, aunque las radios alentaban el desarrollo de este movimiento integrándolas a sus programas en vivo y con exclusividad. Ferrari se establece rápidamente en el cantor del Cuarteto Amor, junto a José María Saracho en violín, Roberto Andriani en acordeón, Atilio Hupi en contrabajo y Carlos Franzone en piano. Allí empieza a tomar vuelo su voz en la noche cordobesa.
Se corre la bulla rápidamente, y el cantante de Pilar empieza a tomar notoriedad en el ambiente. Pronto, a mediados de 1964, Carlitos Rolán reemplaza a Sosa Mendieta en el Cuarteto Leo, entonces el pianista J.J. Muñoz llama con urgencia a Ariel Ferrari, porque su orquesta Don Chicho debía entrar a grabar su nuevo disco. De esta manera, Ariel Ferrari comienza con la Orquesta Don Chicho a desarrollar una carrera discográfica que resaltan su voz inconfundible en más de 40 producciones como vocalista al frente de grupos de cuarteto, y por lo menos en 20 placas más de intérpretes varios.
Cuando Carlitos Jiménez se une con Coquito Ramalló en el Cuarteto de Oro, Ariel Ferrari empieza a formar parte del Cuarteto Berna, produciendo desde allí una de las discografía más notables como suceso popular. Berna y Ariel Ferrari producen una docena de discos desde 1971 hasta 1976 cuyos volúmenes de venta son records en el interior del país. Sucede lo mismo con las otras formaciones que dominan el mercado y la demanda de sus música es tal que sábados y domingos realizaban tres bailes cada uno en la ciudad de Córdoba. Matíné, noche y trasnoche en distintos clubes de la ciudad de Córdoba, habiendo ofrecido funciones el jueves y viernes en la ciudad capital, y de lunes a miércoles en el interior, nos recordó Ferrari semanas atrás.
Es por esta época también cuando el género cuartetero deja atrás las formas y los ritmos con los que se inció, para imponerse desde un repertorio más compacto y de una rítmica que deja un tanto de lado el pasodoble, el vals o la ranchera, para abordar formas más americanas y tropicales (jalaíto, guarazón, gaita, porro, cumbia, catumbé, mapalé). En pleno auge, en 1976, Ariel Ferrari inaugura una carrera como solista, con suerte dispar. Su obra recoge los estilos del cuarteto fundacional, los nuevos ritmos de los setenta, y formatos de canción en los que su estilo de cantor de orquesta pudo encontrar más brillo.
El premio Jerónimo Luis de Cabrera, Discos de Oro y el reconocimiento popular, una familia de músicos que son sus hijos, representan algunos de los premios obtenidos que obtuvo este artista, que ante los vericuetos de la escena muscial decidió llamarse a silencio por casi una década. Por supuesto que luego regresó y continuó actuando a través de un circuito más alternativo y en un segundo plano. Sin embargo jamás perdió el ímpetu de salir a cantar, de pelear por una forma musical muy combatida décadas atrás en al ciudad, y que hoy es suceso y plena de prerrogativas. En cada uno de los afiches que promocionaban sus últimas actuaciones en la capital, se preocupaba por consignar que su propuesta era "Cuarteto Original", el que marcó a fuego la primera resonancia del género.
Años atrás, Ariel Ferrari sufrió la amputación de una pierna, como consecuencia de una diabetes que siempre lo tuvo en jaque. Pero jamás se sintió disminuido para salir a cantar. El año pasado editó su última grabación con un repertorio llamativo. En todos los temas canta con su entusiasmo caracteristico. Pero en uno de los temas canta que "ya los años pasaron es la lay de la vida / no te pongas tristes si al saber / que el hermoso ayer ya no vuelve". Luego expresa que la primavera ya se fue y que posiblemente ya no volverá. Y que lo hermoso de ayer quedará sólo en recuerdo. Precisamente este es mi adios y un recuerdo de un artista popular incansable, Ariel Ferrari.