miércoles, 28 de junio de 2017

MÁS LUZ SOBRE EL PASADO Y EL FUTURO DEL TEATRO COMEDIA DE CORDOBA

 En el otoño del 2005, el Comedia ya no era ni siquiera una hoja en el almanaque de los años y de la escena artística cordobesa. Habría aún que preguntarle al promotor Pablo Sittoni cómo logró extender el plazo de existencia de un teatro en estado de coma, Y cómo fueron las exequias y el funeral que el Teatro Comedia soportó de pie, ante la resignación o indiferencia de su propia ciudad que le había dado la espalda. En ese contexto dimos un paso decisivo para resucitar al Comedia, devenido en un galpón de muerte y sin juicio final...




El anuncio que el gobierno de la provincia de Córdoba aportará 60 millones para hacer otra vez realidad el teatro Comedia de nuestra capital suena esperanzador. Más aun cuando se cumplen 10 años del siniestro con el que la sala quedó sepultada bajo las cenizas y todavía los deseos de un teatro nuevo van de las promesas a los oscuros augurios. Sin embargo, esta luz que se enciende en el presente, nos invita a mirar con precisión el ayer y así fijar la mirada en el futuro. Respecto del pasado tenemos la responsabilidad y el derecho a hablar con total severidad del Teatro Comedia. Pues desde la administración del exintendente Luis Juez –y con él liderando este tipo de decisiones-, se salvó del destino marcado y de los días contados al Comedia de una programada demolición, para convertirlo en una monumental playa de estacionamiento, De un mes a otro en 2005, la histórica sala paso de un nido de ratas a convertirse en un teatro plenamente activo para la realidad cultural de la ciudad, en una fuente de oportunidades, con sus empleados con su fuente laboral asegurada y con cada sector de la cultura y del arte independiente –como de la escena comercial- alcanzaran plena participación y decisión en la oferta del teatro.

Contrariamente a lo que se vaticinó, la gestión del Comedia fue una expresión en ascenso de mucho de lo que se hacía culturalmente en Córdoba. Su escenario fue un espejo de lo real y a la vez el teatro comenzó a producir sus propios espectáculos y obras. Y cuando las llamas troncharon aquella promisoria vida que había alcanzado el Comedia, se continuó haciendo lo necesario para reconstruirlo rápidamente, más allá que nuestro período de gobierno finalizara muy pocos meses después.

En efecto, en el término de tres o cuatro meses se terminó el proyecto del que sería nuestro Teatro Comedia reconstruido. El diseño estuvo a cargo de los especialistas del área de Arquitectura municipal, profesionales no sólo altamente calificados, sino también especializados en este tipo de construcciones y vinculados al arte y la cultura. Se trataba de un proyecto austero, sin excesos en la perspectiva de su estética y de las ambiciones. Pero sin dudas era algo posible, hacer y pensar, desde la perspectiva de lo municipal. Me refiero a una obra que el municipio pudiera asumirla, sin depender de las promesas de otros gobiernos, las que muy pocas veces se hacen efectivas. 

También es preciso puntualizar que al tiempo de contar con el diseño arquitectónico del proyecto del Comedia, ya habían transcurrido las elecciones de 2007, inmersas en un proceso de controversia y fraude. Y cuyo resultado dejaban al Frente Cívico derrotado en las votaciones para gobernador, a Daniel Giacomino como futuro intendente y a nuestra administración juecista a menos de dos meses para finalizar su mandato. Suena odioso asumir un tono justificatorio para explicar lo que no se pudo hacer. Pero siempre la verdad te pone en un lugar confortable y es conveniente decirla. En dos meses de mandato apena si es posible redistribuir partidas y ni si quiera alcanza para abordar un proceso licitatorio. Por lo que el Proyecto Comedia quedó en manos de la administración Giacomo. Que cambió el proyecto y pasó a un diseño que demandó un financiamiento que el municipio en soledad seguramente no lo podría asumir. Seguramente esa propuesta contaba con la fe de que el gobierno nacional ayudara a realizar la obra. Lo que también pudo suceder después y a la fecha. Por eso cuando se dice en los medios o desde algún espacio de opinión o tribuna que “ningún intendente hizo nada por el comedia”, es una verdad a medias. O una expresión que necesita de varias precisiones.

Entre ellas una mirada clave sobre el asunto. En el otoño del 2005, el teatro Comedia ya no era ni siquiera una hoja en el almanaque de los años y de la escena artística cordobesa. Es más, no existía como tal en la faz de la tierra. Habría aún que preguntarle al promotor Pablo Sittoni cómo logró extender el plazo de existencia de un teatro en estado de coma, cuyas esperanzas de vida se habían agotado durante la crisis del 2001. Y averiguar también a Sittoni, cómo fueron las exequias y el funeral que el Teatro Comedia soportó de pie, ante la resignación o indiferencia de su propia ciudad que le había dado la espalda. Antes de imaginarse como una playa de estacionamiento, en el 2005 el Teatro Comedia se miró asimismo como una tumba colosal, un panteón de la cultura cordobesa sobre el cual todos caminaban por su vereda sin que se les ocurriera echar al suelo un pétalo de la flor de su olvido. Recuerdo una noche de lunes apenas a un puñado de artistas del teatro independiente velar los recuerdos de la sala momentos antes de que sus propietarios mandaran a construir el cartel “Playa. Hay Lugar”. Semanas después, desde el Concejo Deliberante aprobamos una ordenanza declarando al edificio miembro del patrimonio arquitectónico de la Ciudad. Era el paso decisivo para resucitar al Comedia, devenido en un galpón de muerte y sin juicio final.

Podríamos aseverar sin equivocarnos, que allí por setiembre renació el Comedia. Se le otorgó un alma nueva. Hasta alguien la definió como una “pyme de sueños”. Nosotros decimos simplemente que nuestra administración con Luis Juez hizo lo que correspondía. El municipio adquirió el teatro por 600 mil dólares (hoy $ 9.600.000), y lo pagó en cuotas sin la ayuda de nadie. Apenas con la paciencia del grupo propietario en ese momento. Allì estuvimos por el lapso de los dos años hasta que debimos dejar nuestro lugar a otra administración. Las llamas de lo fatídico nos impidieron cerrar un ciclo brillante. Y el Comedia, que levantamos de una tumba volvió a un lecho de cenizas unos meses antes de nuestra partida. Aun así, ni lloramos justicia, ni mendigamos con la canasta de los pretextos y de las limosnas. Simplemente recogimos  el buen espíritu que se profesó sobre la sala, y escenarios como Luz y Fuera o Radio Nacional absorbieron parte de la programación. Avanzamos sobre el nuevo proyecto y lo entregamos a los que continuaban nuestro camino.

Por eso digo que cuando alguien desde los medios expresa la muletilla de “ningún intendente hizo nada por el Comedia”, me parece que esa expresión impide entender la historia y el destino del teatro. Y no sólo merece esta perspectiva de nuestra parte, sino que también merece una verdadera respuesta de las administraciones posteriores y actuales. No para rebatirla simplemente, sino para debatir la verdad y debatir una cuestión capital que es la cuestión cultural de Córdoba. Que representa una herencia que estamos malgastando y destruyendo, un derecho que negamos a miles de cordobeses, y un recurso que nos privamos de desarrollar en tiempos de crisis y desocupación.

También viene a cuanto recordar, que el Comedia recuperado en el 2006 fue objeto de una batalla librada por todos los sectores de la cultura para tomar las riendas de su conducción. Y que por medio de consensos, debates y pulseadas y mucho diálogo, nadie impuso un interés sectorial por encima del otro. Ni la oferta oficial resigno espacios frente a la oferta de teatro comercial porteño, ni la diversidad cultural de la ciudad perdió lugar a manos de los artistas consagrados. Todos tuvieron su espacio y ejercieron sus derechos, incluso el teatro independiente encontró un andarivel de trabajo y producción dentro del teatro, y que por los tiempos políticos –que no son los mismo que los tiempos de gestión- no alcanzamos a plasmar en ordenanza, una serie de programas para defender la producción y fuente laboral independiente -frente al avance de las propuestas nacionales y mediáticas que generalmente terminan por copar las salas de teatrales de todo el país.

Esperemos que esta lucha y el gran debate -si alguna vez o pronto el teatro Comedia vuelva a brillar- se pueda dar otra vez. Que las decisiones de construir o de recuperar un teatro en Córdoba respondan a cuestiones más lógicas y no a especulaciones o promesas electorales. Lo expreso sin hipocresías en favor de la cultura local, frente a la supremacía de lo global, y a los nuevos paradigmas y formatos que la tecnología impone a la industria creativa y a la creatividad de los emprendedores locales.