del silencio ensordecedor
al ruido inquietante y reverberado
Salgo al patio en la medianoche del comienzo de febrero. En la humedad del pasto, un par tequilas (con lima, hielo y almíbar de ciruela) son poco frente a la omnisciente presencia de los grillos. Pareciera la apertura de un encuentro internacional de grillos en el patio de mi casa. Con ceremonia inaugural y todo. Respiro, en paz, y vuelvo a escuchar el flamante disco de los irlandeses My Bloody Valentine, algo que vuelve a sonar insondable, como su álbum anterior, Loveless, de 1991. Digo insondable, pero también puedo decir que “m b v” es sencillamente indisoluble, tan inquietante como una vigilia entre medio de una legión de grillos en el pasto. Enfermizo y arrullador por partes iguales. Pero siempre recóndito e intenso en lo obscuro de su creación. Por ejemplo la canción "Only tomorrow" es bellamente melódica pero hecha de texturas chirriantes como inquietantes. Sus acordes y progresiones se suspenden casi en una bruma espectral. Escucharla me hace acordar a mi juventud cuando sintonizaba radios lejanas de música rock y en medio de la madrugada la onda AM perdía sintonía. La canción sonaba como si perdiera la recepción en medio de la soledad del momento. La música se convertía por instantes en una reverberación adictiva. La canción se convertía así en algo perturbador. La música de MBV destila lo inquietante hacia caminos de angustia como de una paz amenazadora en lo disfrutable. En un momento del disco la cosa suena como si tomaramos la radio y nos tiráramos a escuchar melodías en la pista del aeropuerto. Las guitarras de Kevín Shields se cruzan como aviones que despegan o aterrizan encima o al costado de nuestro cuerpo.
Salgo al patio en la medianoche del comienzo de febrero. En la humedad del pasto, un par tequilas (con lima, hielo y almíbar de ciruela) son poco frente a la omnisciente presencia de los grillos. Pareciera la apertura de un encuentro internacional de grillos en el patio de mi casa. Con ceremonia inaugural y todo. Respiro, en paz, y vuelvo a escuchar el flamante disco de los irlandeses My Bloody Valentine, algo que vuelve a sonar insondable, como su álbum anterior, Loveless, de 1991. Digo insondable, pero también puedo decir que “m b v” es sencillamente indisoluble, tan inquietante como una vigilia entre medio de una legión de grillos en el pasto. Enfermizo y arrullador por partes iguales. Pero siempre recóndito e intenso en lo obscuro de su creación. Por ejemplo la canción "Only tomorrow" es bellamente melódica pero hecha de texturas chirriantes como inquietantes. Sus acordes y progresiones se suspenden casi en una bruma espectral. Escucharla me hace acordar a mi juventud cuando sintonizaba radios lejanas de música rock y en medio de la madrugada la onda AM perdía sintonía. La canción sonaba como si perdiera la recepción en medio de la soledad del momento. La música se convertía por instantes en una reverberación adictiva. La canción se convertía así en algo perturbador. La música de MBV destila lo inquietante hacia caminos de angustia como de una paz amenazadora en lo disfrutable. En un momento del disco la cosa suena como si tomaramos la radio y nos tiráramos a escuchar melodías en la pista del aeropuerto. Las guitarras de Kevín Shields se cruzan como aviones que despegan o aterrizan encima o al costado de nuestro cuerpo.
El disco fue lanzado el sábado cerca de la medianoche, a través de su sitio
web. Para ese momento, el gobernador De la Sota ya había realizado el anuncio
de un plan de obras cuya concreción dejaría sin efectos hasta el consumo de
ácidos y cualquier percepción diversa de la música. Para el sábado a la noche
cuando se lanzó “m b v” ya habría pasado
la mayor dosis retroactiva del eco folklórico veraniego. El sábado a la
medianoche al escucharse el nuevo disco de MBV, la memoria reciente sobre el
carnaval cuartetero parecería un recuerdo sobre una experiencia cortesana y
bufonesca cercana a algún Chateau. Luego del lanzamiento del disco de MBV, toda
haría pensar que en el carnaval rockero de Cosquín, todo sonaría más parecido a
la banda de Palito Ortega que ha rockeros del año 2013… En todo ese mambo de
quinielas mentirosas, de farsas gubernamentales en twitter, de falsos cuidados
del ambiente, de mentirosos ordenamientos de la actividad nocturna, es un
momento propicio escuchar la música de MBV despegada de los escraches a
funcionarios, rock despegado de promesas de menor inflación y estabilidad de
precios. Quienes gustan de la banda van a disfrutar como conocer a una chica
parecida a tu novia anterior, pero más dispuesta al goce y con algunas señas
particulares nuevas por descubrir.
No obstante, las canciones poseen una construcción compleja que yuxtapone y superpone sonidos en su hipnótica sonoridad. Las guitarras emplean el trémolo a rabiar, y se cruzan infinitamente constuyendo un tejido imposible de cruzar o saltar, que determina que escuchemos o veamos las voces de este lado mientras los tambores golpean tus músculos y tus huesos. La música de MBV es excitante en un término ("New You"), abrazadora en otros y hasta lo suficientemente desorientadora. "In another way" puede ser la banda sonora para una tormenta en la desolación, o retumbar en tus oídos en medio de una tormenta de polvo en medio del tránsito en la autopista.
“Loveless” de
los MBV fue y es uno de los álbumes más venerados e influyentes del rock
independiente. Kevín Shield diseño y produjo un sonido que engatusa al mismo tiempo que daña. Se expresaba como un ying yang pop británico de
calma tormenta en medio de una mar de luxación
sonora. Las guitarras se escuchaban al atacar cada tema como si oyéramos la
sierra del carnicero cortar una tira de costillas. Con esa marca de fábrica se
emparentó con astros de la guitarra como Thurston Moore de la banda Sonic Youth
o J, Mascis del conjunto Dinosaurio Jr. Cada uno de ellos han explorado la música
y específicamente el sonido como un camino de materia y espiritualidad. Aquellos
quizás atesoren una mayor destreza instrumental , pero el álbum Loveless es el
que ha marcado su culto alrededor del planeta -al punto que hay innumerables
páginas web que se abrieron para predicar o investigar sobre el sonido de Kevin
Shiedls junto a la guitarrista Belinda Butcher. El actual disco “mbv” empieza exactamente donde termina
al anterior, allí situaron su inspiración y desde ese lugar armaron el nuevo
repertorio está construido con más humanidad. No ofrece lo novedoso de su
antecesor, sino que encaja aquel sonido original, a las miles de vueltas que ha
dado el mundo desde 1991 al presente. Y eso se puede celebrar y disfrutar
aunque el vecino te pida que bajes el volumen. Otro Tequila?